6 sept 2010

Shoya Tomizawa



No soy para nada un gran aficionado al motociclismo. Sólo tolero Moto GP y no enteras. Además de la tremenda antipatía que me despierta Lorenzo. Y bueno, ayer fue otro de esos días que te levantas y echas el rato viendo las motos.
Cual es mi sorpresa al escuchar a los comentaristas muy, muy apagados y repitiendo una y otra vez algo de un triste y negro suceso. Me tiro a la web de Marca y veo que Tomizawa estaba grave, ingresado. Siempre da pavor, pero esto es motociclismo y no es el primero. Mi sorpresa desagradable mayúscula llega cuando acto seguido voy a la de As y leo que Shoya Tomizawa ha fallecido de múltiples traumatismos.


Por supuesto, como un loco a Youtube. Ya había cuatro vídeos subidos del accidente. Juro que me recorrió un escalofrío al ver el brutal golpe del japonés, las dos motos, especialmente la segunda, prácticamente partiéndolo en dos mitades.

No, ya dije que no soy un gran aficionado al motociclismo, pero con este tipo de cosas te das cuenta del peligro que todo conlleva, de lo frágiles que somos. Nunca pasará, sólo una caida dura más. Eso es lo que muchos pensarían, yo mismo lo habría hecho al ver el accidente del nipón. Porque al fin y al cabo eso es, un mero accidente. Mero por decir algo...

Me he empapado del japonés por la tarde, he leído bastante sobre él y me he dado cuenta de lo que quien siga esto ya sabrá. Era un chico de 19 años jovial, simpático y divertido, con ilusiones y metas, una gran promesa que se divertía haciendo lo que hacía. Respetuoso. Admirable en definitiva. Y he llorado al escuchar tras la carrera a Dani, bastante afectado. Y lo he vuelto a hacer por la noche, tras ver MotoGP Club o algo así, ese programa en TDP.

¿Se merecía morir ese chico? Qué pregunta más estúpida. Claro que no. Pero así ha sido. No me gusta decir fallecido porque se quita hierro al asunto. Tomizawa ha muerto. No, mejor. Un chaval ejemplar de 19 años ha muerto. Se ha ido para siempre, ha dejado sus ilusiones, metas, preocupaciones, problemas o alegrías a merced del viento. Se ha acabado su aventura en este mundo. No va a volver. Nunca. Para nadie.
Con esto quiero decir que cuando nos levantemos con el día jodido, todo salga mal, nos veamos agobiados y superados, pensemos en gente como Tomizawa. Para darnos cuenta de que no nos está saliendo todo mal. Sólo menos bien. Que no tenemos derecho a quejarnos porque seguimos aquí, y él no. No tenemos mala suerte, sólo es lo que parece. Todos los que seguimos en pie un día más tenemos suerte, y deberíamos saborear cada gota de agua, recordar el olor de las personas a las que queremos, amar y ser amados, disfrutar del sol y de la luna, de la lluvia y de las nubes, de apreciar cada instante. Porque tenemos la suerte, la oportunidad de hacerlo. Tomizawa no. Y es injusto, pero es la vida. Aunque nos olvidemos.

He escrito esto la madrugada del lunes. Y en cuanto apaque el ordenador, voy a rezar por Tomizawa. Aquí no tuvo suerte. Espero que, esté donde esté, sea feliz, y tenga todo lo que por una gran desgracia se perdió.


Shoya Tomizawa
1990 - 2010



No te vamos a recordar por esto, sino por tu encomiable trabajo encima de la moto.
Sé muy feliz. Descansa en paz.

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